martes, 5 de mayo de 2015

Centenario de un genio del Séptimo Arte: ORSON WELLES

CENTENARIO DE UN 

GENIO DEL SÉPTIMO 

ARTE: ORSON WELLES




 



Mastodóntico, inabarcable como un paisaje que nos arrebata. Porque el paisaje Welles posee todas las revueltas sensitivas, todas las atmósferas interiores, todos los hálitos robustos que dan vida al concepto prometido de una gracia singular, del genio más señero, de una sabiduría técnica única. Penetrar en todos y cada uno de sus recintos es ahondar en la excelsitud y volar en la brisa que arrastra nuestras exclamaciones admirativas entre emociones que habrán de permanecer encantadas. Transitar por la magia y la avidez secreta de una recobrada alquimia y gozar sobrecogidos de la camaradería del genio que nos aporta nuevas conjugaciones en su prosodia fílmica. Y para que esa originalidad apasionada de creación solitaria, delirante e insaciable, concretada por el ojo de la cámara y el empleo transmutador y fascinante de la honda profundidad lumínica, se cumpla del todo, nuestra vista jamás podrá desviarse de sus inesperadas suculencias parabólicas, o impactantes estallidos angulares, que trazan las exaltaciones imaginativas de sus planos fotográficos. Especie de penetrantes e infinitos alvéolos entre los que se dislocan las clásicas estructuras plásticas más afamadas del cine, primero captadas en decorados de estudio, luego redimidas en favor de los escenarios naturales, creando una superlativa arquitectura cinematográfica, igualmente rescatada a los módulos del expresionismo que pusiera en circulación la escuela alemana. Todo lo cual imprime a sus imágenes un dinamismo vertiginoso de culminaciones geométricas sobrecogedoras en su belleza, y que parecen arrancar (tras un primer punto de partida teatralizante) de la unidad pictórica del más eterno de los retablos expresionistas.
   

George Orson Welles, había nacido en Kenosha, Wisconsin, el 6 de mayo de 1915. Hijo del empresario e inventor Richard Head Welles, y de una famosa concertista de piano, Beatrice Ives. En 1921 sus padres se divorciaron. La familia Welles ofrecería al niño un precoz retrato de las frustraciones del americano medio. Vive, probablemente aterrado, la reclusión de su hermano mayor Dickie Welles en una institución psiquiátrica, y su madre muere de ictericia en 1924, cuando Orson cuenta 9 años. Ya desde muy niño había sido instruido por ella en toda clase de expresiones artísticas como la música, la pintura y el dibujo, y la literatura. Maurice Bernstein, médico de Chicago, que le había prodigado cierta deferencia movido por los sentimientos amorosos hacia Beatrice, destacó por entonces las cualidades geniales que ya observara en el niño, e impulsaría su educación en el Tool School de Illinois. La custodia paterna de Orson había durado tan sólo 6 años, ya que Richard Head Welles moriría en 1930 a causa de su adicción a la bebida.

The War of the Worlds








 

 
Tras una temporada relámpago en Dublín, Irlanda, donde, con 16 años, trabajaría en el teatro, vuelve a New York en 1932 y debuta en Broadway con "Romeo y Julieta". Con apenas 23 años funda la compañía Mercury Theatre. E inmediatamente junto a sus colegas representa por radio, en la famosa cadena estadounidense CBS, en 1938, una sobresaliente adaptación de "La guerra de los mundos" de H. G. Wells. Se aúnan realismo y la inspiración genial del joven Welles. Un auténtico pánico se apodera de New Jersey, donde, según la emisión radiofónica, estaba teniendo lugar la invasión extraterrestre, y que (tal como intuyera el singular Orson) fue entendida a la manera americana, muy afecta a sus retablos de cotidianeidades apocalípticas. Merced al brillante y carnavalesco revuelo radiofónico, por el que consigue fama mundial, la RKO Pictures le contrata en 1939. Tras su estruendoso caos figurativo en la CBS, RKO concede entera libertad a Orson Welles para escribir y dirigir sus dos primeras películas.

 









Citizen Kane
Con sólo 24 años, una experiencia casi nula como realizador cinematográfico, pero capaz de tejer, una vez interiorizado de la técnica y el lenguaje que le ofrece el cine, un insólito estilo visual propio y meticuloso, al que aporta un estudio de conductas inédito para la época, que además incluye el "documentalismo" dentro de la misma historia que cuenta, realiza, ayudado por el guionista Herman J. Mankiewicz, la película más importante de la historia del cine "Citizen Kane". Basada en la vida del magnate de la prensa William Randolph Hearst, que trataría por todos los medios de prohibir su proyección, se estrenaría en 1941. El entusiasmo de la crítica fue unánime. Pero las trabas impuestas a su distribución por Hearst, impidieron su éxito en taquilla. "The magnificent Ambersons", 1942, sufrió una polémica manipulación por la RKO. Y pese a que, vista hoy, aún conserva ese irreprochable e indiscutible vigor narrativo de Welles, éste aseguró que el film había quedado reducido a una auténtica ruina. En "El extraño", 1946, reconoce su mínima implicación, pero su no menos artesanal técnica exploratoria queda bien patente en el film. "La dama de Shanghai", 1948, con una Rita Hayworth teñida de rubio, se encuadra en una violenta mitificación del "thriller", y florece como planta venenosa de inquietante fascinación entre el asfalto de San Francisco. Perturbadora y enrevesada tela de araña que atrapa a los espectadores, en especial en la escena final en la galería de espejos. "Mr. Arkadin", 1954, rodada en España, trata de acaparar ciertas premisas de "Citizen Kane", y el relato resulta escasamente inspirado, pese a que su exclusivista método narrativo se mantiene incólume. No obstante, adolece de un reparto inadecuado, si exceptuamos a Welles como protagonista principal. "Touch of Evil" ("Sed de mal"), su segunda obra maestra indiscutible, alcanza la más alta cota del cine policíaco-psicológico, entre un torbellino onírico de semiverdades y flagrantes mentiras, climas fantasmagóricos, una expresiva ferocidad, grandiosa y proporcional al ambiente de su entorno (una viciada ciudad mexicana fronteriza con los Estados Unidos), que a través del sentimiento del recuerdo, pese a la ética dudosa, egocentrista, y xenófoba de su personaje principal, el no menos corrupto inspector Quinlan, sublimado por el mismo Welles, recobra ese especial aliento humanista, algo más generoso y siempre trágico, que conlleva ecos de los grandes dramas "shakesperianos" a los que, ya afincado definitivamente en Europa, se entregaría también con escasos medios financieros: "Macbeth", "Othello", y en especial "Campanadas a medianoche", de nuevo en España, 1966, uno de los monumentos más excelsos de su visual ingenio cinematográfico. Auténtico paso de gigante hacia el expresionismo, que se enriquece, además, con el tremendo potencial de su arte interpretativo. En 1962 había adaptado a Frank Kafka con "El proceso". Desde el plano estético la visión periférica y fantasmal del mundo kafkiano ofrece todas la necesidades expresivas que irradia la compleja expresión onírica del autor. Los fondos de luz, los procedimientos angulares de Welles mantienen su particular estilo fílmico. Mal entendida, pese a su esplendido reparto, la erupción de las peores críticas neutralizó su éxito. Hoy es un nuevo objeto de culto.
 

Su matrimonio con Rita Hayworth fue tormentoso y abocado al fracaso desde su inicio. "La dama de Shanghai" fue el principio del fin. Su filmografía queda un tanto descaminada entre una cronología procelosa. La incomparable y sublime gama de las posibilidades técnicas que este colosal genio pudo aportar al arte cinematográfico, se perdió para siempre entre infatigables ritmos de trabajo, muchos de ellos iniciados y que nunca pudo finalizar por falta de financiación. Pleitos constantes y espectaculares suspensiones de pagos que le provocarían un ataque cardíaco en Los Ángeles en 1984. Sus cenizas, a petición del genio, fueron enterradas en una hacienda del torero Antonio Ordóñez, en Ronda (Málaga).

 

Campanadas a medianoche (Chimes at midnight)












La postrer obra maestra indiscutible de Orson Welles. Premio Especial en el Festival de Cannes 1966. Un gozo absoluto para vista y oído. La cámara vuela entre la profundidad de los focos y un múltiple estallido de ángulos recónditos. Uso impresionante de la luz que desciende sobre cada imagen del film produciendo una fascinante sensación de relieve. La larga secuencia de la Batalla de Shrewsbury fue una conmoción. Brillos difusos a través de un mosaico de angosturas gimientes entre barrizales, donde soldados y corceles arremeten y hienden sus espadas, picas y hasta los pomos de sus puñales como un tumulto de pasos enloquecidos que dejan tras de sí un estercolero sangriento. Imitada en "Braveheart" de Gibson y en "Enrique V" de Branagh. Falstaff sublimado por Welles, Shakespeare sublimado por Falstaff. Autor y actor coinciden en la imposibilidad de sentir afecto por la enormidad de sus faltas. Es egoísta y borracho, pero estima a sus compañeros; su exuberante vitalidad, irónica e inteligente, renace, evoluciona y reverdece los sentimientos de todos aquellos que le acompañan. 




La música de Angelo Francesco Lavagnino poética y conmovedora, un bellísimo registro lírico que modula con inolvidable fuerza expresiva este desbordante relato medieval, nacido del ingenio y de la impetuosidad expresionista de Welles y del exquisito aliento narrativo de uno de los mayores genios de la literatura mundial: William Shakespeare, alias conde de Oxford, Edward de Vere (1550-1604) .